Ayer  8 de abril con motivo del Día del Recuerdo se rindió homenaje a los más de seis millones de judíos exterminados en la II Guerra Mundial (1939-1945). En Israel las sirenas sonaron dos minutos, el país se paralizó y la gente en la calles conmemoró en silencio. Gina Sal de Ladanyi, sobreviviente del Holocausto compartió su historia con Diariodebuenosaires.com

“Nosotros en la ciudad donde estábamos sufrimos mucha hambre. Yo estaba en casa y a mi hermano lo arrestaron como polaco, no teníamos aspecto típico judío. Lo arrestaron porque lo encontraron con comida cuando fue en busca de alimentos a los pueblos y lo llevaron a una prisión polaca. Pero descubrieron al final su verdadera identidad, al varón judío se lo puede reconocer muy fácil por la circuncisión, y al descubrirlo lo mandaron inmediatamente al campo de concentración de Auschwitz. De mi familia directa quedaba mi padre de 47 años y mi hermano de 19 años, pero a ambos lo mataron”, recuerda con voz suave Gina Sal.

El Holocausto fue la persecución y asesinato de seis millones de judíos por parte del gobierno nazi. Fue así como en 1933 cuando los nazis alcanzan el poder en Alemania consideraban a los alemanes una “raza superior”, y por ende, los judíos eran “inferiores” y debían ser exterminados. Como raza inferior también consideraban a los gitanos, los discapacitados y a algunos grupos eslavos como polacos y rusos. Además, fueron perseguidos los comunistas, los socialistas, los homosexuales, y los testigos de Jehová, junto con prisioneros de guerra.

“Directamente los alemanes entraron como en su casa, yo creo que había posibilidades de emigrar y mucha gente decía: porque voy a emigrar si en dos o tres días esto para. Gracias a Dios mi madre murió un año antes y digo gracias a Dios porque ella no era de salud muy fuerte y no hubiese sobrevivido un solo día”, relató Gina nacida el 21 de junio de 1921 en Polonia. Esta mujer que estuvo en el campo de trabajo forzado Parschnitz en Sudetas, Checoslovaquia manifestó con profundo dolor “Fuí evacuada de una ciudad a otra, en un ghetto. No pude despedirme de mi padre por eso digo mi primer peor momento fue ese ya que no pude despedirme de él y solo lo vi por la ventana de un colegio”.

Los nazis establecieron ghettos –existían 400- para dominar y dividir a los judíos, al igual que campos de detención temporal y campos de trabajos forzados. En estos obligaban a los esclavos a vivir en condiciones despreciables. Los prisioneros debían trabajar por la fuerza ejecutando labores impuestas sin descanso, y alimentación. Más tarde, con la llamada “Solución Final” en 1942 destruyeron los ghettos y expulsaron a judíos a campos de exterminio para el asesinato en masa, otros en cambio deportados a campos de trabajo forzado o de concentración.

En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial las personas fueron asesinados sistemáticamente mediante las cámaras de gas y luego incineraban los cuerpos, otros morían por fusilamiento, torturas, desnutrición. Un lugar de horror, donde en condiciones inhumanas vivieron y fenecieron por parte del régimen nazi y sus colaboradores.

“Una vez en el campo de trabajo forzado una de las guardias necesitaba le destapen un desagüe de desperdicios humanos. Me ordenó que lo destapara, mientras esta se reía, traté de hacer lo que me había ordenado con un palo pero no pude, lo hice entonces con la mano y al sacar el brazo lo sacudí y sin intención salpicó a la mujer quien con un guante importante me abofeteó rompiéndome el tímpano”, cuenta. Gina trabajó en una oficina alemana. También entre casi 100 mujeres era la única que hablaba alemán y podía leer y entender el idioma para una fábrica textil. Su tarea comenzaba cerca de las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde, luego realizaba otros trabajos en el campo hasta alrededor de las 23 horas.

El 5 de mayo de 1945 fue liberada por el ejército soviético, “Aunque tenía esperanzas remotas de encontrar a mi padre, con el correr de los años, sabía que era muy difícil que alguien sobreviva. Esos 4 años me mantuvo la esperanza de poder encontrarlo aunque luego me enteré que lo habían matado dos semanas antes a la liberación del fin del holocausto en los campos de concentración”, dijo y además agregó “Al finalizar la guerra supe también que no sobrevivió nadie de la gran familia de mi madre, 38 personas eran, la única sobreviviente era yo”. “Y así en libertad, caminando llegamos a Alemania hasta el sector americano. Ahí pedí trabajo en la fuerzas de ocupación y trabajé dos años en Ratisbona, Baviera”.

Corría el año 1947 y esta fuerte mujer recordó que le quedaba un tío en Argentina, “Un oficial judío se comunicó con las fuerzas militares de Argentina para que pueda entrar al país. En un viaje en barco durante varios días llegué a la frontera entre Brasil y Argentina. Entré de manera ilegal porque el presidente Perón en su época no daba permiso para judíos. Me presenté frente a las autoridades, me declaré ilegal, y no me echaron. Al año me dieron documentos y la nacionalización. En este país me encuentro desde el 2 de junio de 1947”. En su viaje en barco Gina conoció a su esposo, hoy disfruta de dos hijas, nietos y un bisnieto.

En memoria a las víctimas del Holocausto y sobrevivientes, nunca debemos olvidar este hecho, para que cada pueblo y sociedad sea resguardada por los derechos que los cubre. Educar sobre el genocidio rechazando toda clase de negación de los atroces y repudiables actos del Holocausto. Reflexionar en el significado de la democracia, la justicia y los derechos de la gente, y así evitar hechos similares en las generaciones futuras. 

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