Por el partido de ida de las semifinales de la Champions League, el Bayern Munich goleó al Barcelona ganándole por 4 a 0 en Munich. La semana que viene es la revancha en el Camp Nou.

¿Por qué perdió 4 a 0 el Barcelona? Porque el Bayern Munich lo borró desde el minuto uno en que casi Robben le convierte el primero. Pero el local no lo ganó esperándolo, de casualidad o de contragolpe aprovechando las bandas y delanteros rápidos; el Bayern Munich goleó al Barcelona a lo Barcelona, y el equipo de Tito Vilanova fue uno más del montón.

Dos cabezazos en el área y el primero del local de la mano de Muller a los 24 del primer tiempo, y el Barcelona que no reaccionaba. La presión de Schweinsteiger y el español Javi Martínez sobre Xavi e Iniesta fueron suficientes para borrarlos prácticamente todo el partido. Ribery hizo la banda y no le dejó tocar una a Dani Alves de tres cuartos de cancha para adelante. Lionel Messi, que venía de recuparse de una lesión, sin conectarse con ellos tres queda totalmente aislado, desdibujado,  bajando hasta la mitad de la cancha para contactarse con la pelota pero sin la posibilidad de lastimar, de dar ese toque final o ese pase rápido entre líneas.

El segundo tiempo fue un monólogo del Bayern Munich. Con el 2 a 0 que puso Mario Gómez a los dos minutos del segundo tiempo selló el partido definitivamente. El Barcelona no estuvo ni cerca del descuento, salvo por dos rebotes aislados y descontextualizados que le quedaron en el área chica a Bartra, y que el joven salido de la masía desaprovechó.

Robben se disfrazó de Messi, Iniesta y Xavi y manejó los hilos del Bayern; metió las dos asistencias para los dos primeros goles y  el tercero para los de Munich. Nunca la pasó tan mal en Barcelona desde que se convirtió en el mejor equipo del mundo, un par de años atrás. Pero nunca perdió con tanta justicia. El cuarto gol del Bayern Munich vino, otra vez, de la mano de Muller a diez del final; como sentenciando definitivamente la serie, como advirtiéndole al Barcelona que esta vez no podrá remontarlo en casa; aunque eso, ante semejante equipo, es díficil de asegurar.

Durante toda la temporada, la imagen que presenta el Barcelona es de un equipo pálido, en descomposición, que alterna entre destellos y pinceladas de puro fútbol, dinamismo, precisión y lucidez; y un circuito de juego predecible, roto, que se mantiene a flote sólo por el primer nivel y la diferencia que marcan sus jugadores.

Pero quedarse en eso sería un eror: esto ya no se trata solo del Barcelona. Hoy, en Munich, un equipo extraordinario goleó a otro equipo extraordinario. ¿Muerto el Rey? Viva el Rey.

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