Casi el 80% de la sociedad suiza cotó a favor de limitar la entrada de trabajadores provenientes de estados miembros de la Unión Europea; por medio a que repercuta en su estabilidad laboral. Suiza endurece su ley de asilo en medio de la crisis europea.

Los suizos respaldaron ayer en un referéndum, con una amplia mayoría (79%), un endurecimiento de su ley de asilo. El referéndum celebrado ayer es solo un paso en una batería de iniciativas con las que la clase política trata de dar respuesta a la creciente ansiedad ciudadana, que ve peligrar sus puestos de trabajo y su estabilidad en manos de trabajadores extranjeros. Sin embargo, los dueños de empresas no verían con malos ojos la entrada masiva de inmigrantes que disminuyan los costos de mano de obra.

En los próximos 18 meses, hasta tres referéndums decidirán sobre la entrada de extranjeros en el país y contribuirán a redefinir la identidad de un país en el que los inmigrantes (23% de la población, la mayoría de ellos europeos y,especialmente, alemanes) han sido históricamente el motor de la economía.

En este sentido, la medida más resonante y la que ha enfurecido a Bruselas, y con ello a buena parte de la Unión Europea, ha sido la activación de la llamada cláusula de salvaguarda, por la que Suiza ha restringido los permisos de larga duración de los trabajadores de la Unión Europa. La cláusula se denomina “copia de seguridad” en el acuerdo bilateral y permite a Suiza reintroducir unilateralmente cuotas durante un tiempo limitado.

La medida entrará en vigor el próximo 1 de mayo y estará vigente durante un año. Las cuotas se aplicarán a todos los trabajadores de los estados miembros de la Unión Europea.  Desde el 1 de mayo 2012, ya había cuotas de entradas para los países de Europa del Este: tenían limitada la entrada al país los ciudadanos de Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia y la República Checa.

A pesar de que la economía suiza continúa en crecimiento y el porcentaje de los desempleados es del sólo 3%; buena parte de la sociedad teme por la entrada masiva de trabajadores más o menos calificados de otros países, que les saquen sus puestos de trabajo y su relativa estabilidad. Pero Suiza tampoco es un oasis dentro de la Unión Europea: el creciente ascenso de propuestas y proclamas anti-inmigrantes y el recrudecimiento de los actos fascistas son una clara señal de los males que acechan nuevamente a Europa.

 

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