217 pasajeros y siete tripulantes fallecieron cuando el Airbus A-321 de la compañía rusa MetroJet se estrelló cuando cubría el trayecto entre Sharm El Sheij y San Petersburgo. Expertos investigan si efectivamente se trató de un atentado.

Avión III

El pasado 31 de octubre, un avión con 224 pasajeros a bordo se estrelló en la península de Sinaí, en Egipto, treinta minutos después del despegue.

Pese a que en un primer momento las autoridades rusas y egipcias confirmaron que se trató de una falla mecánica, el comunicado emitido por el grupo yihadista Wilayat Sina (Provincia del Sinaí) sembró la duda sobre si se trató, en realidad, de un atentado terrorista.

La filial egipcia de la organización extremista Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés), asumió la responsabilidad por la caída del Airbus-321 a través de un video.

Vladimir Putin salió rápidamente al cruce de estas versiones pero el comunicado de la compañía Kogalimavia, en donde se confirmaba que “una acción mecánica exterior en la aeronave” fue lo que provocó su precipitación, hizo retroceder al Kremlin.  “No puede haber tal conjunción de fallos del sistema que lleven a que el avión se desintegre en el aire”, señalaron desde la empresa aérea.

“Ahora no se puede descartar ninguna versión”, advirtió el portavoz del gobierno ruso, Dmitri Peskov, al ser consultado por los periodistas tras el informe de Metrojet.

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