Un grupo de refugiados provenientes de Costa de Marfil visibilizaron a través de sus protestas la situación que viven buena parte de los refugiados en Italia.

Refugiados II

La protesta de decenas de migrantes africanos luego de estar durante semanas sin luz, gas ni agua desató la polémica en torno a la precaria y penosa situación en que viven los refugiados que logran entrar a la Unión Europea a través de Italia.

El entramado de corrupción – que articula al Estado italiano y organizaciones relacionadas con el crimen organizado del sur del país, donde se aloja a la gran mayoría de los migrantes – ha sido la punta de lanza de un nuevo mercado económico más que rentable.

La titular de la organización de derechos humanos “Asociación 3 de febrero”, Gianluca Petruzzo, explica que el gobierno italiano le paga a los dueños de hoteles, piezas, galpones y edificios alrededor de 35 euros por día, por cada refugiado que albergue. Hacinarlos es, entonces, un excelente negocio.

Refugiados

“En el norte de Napoles hay un restaurante que está alojando a 300 personas: una sola pieza para 300 personas. Incluso hay hoteles certificados en los que una sola habitación, usualmente para dos o tres personas, es ocupada por siete u ocho migrantes”, aseguró Petruzzo al diario inglés The Guardian.

“Algunos los mandan también a trabajar doce horas por día por sólo diez euros. La indignación más grande es que, cuando les vas a preguntar a los dueños por la situación de los refugiados, te dicen: ‘¿Qué querés? Ellos son de África. Les damos comida y agua. ¿Qué más podemos hacer?’ Esta gente piensa que está albergando bestias y no seres humanos”, añadió.

“Mientras más refugiados se queden, más plata recibe Italia de la Unión Europea. Asimismo, buena parte de la plata que el Estado le da a los dueños de los albergues vuelve a los políticos. Es una mezcla de falta de organización y de corrupción”, sentenció.

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