Después de miles de idas y vueltas, la multinacional dejó de lado sus planes para construir la planta anunciada con bombos y platillos por Cristina Fernández de Kirchner.

Monsanto X

El 21 de septiembre de 2013, tras un festival multitudinario al que llamaron “Primavera sin Monsanto”, vecinos, activistas ambientales y las “Madres de Ituzaingó” resolvieron impedir el avance de la obra en donde se iban a tratar granos tratados con agroquímicos.

Desde que comenzó el bloqueo al acceso al predio y el acampe – que se mantiene hasta la actualidad – la multinacional amagó varias veces con irse. Sin embargo, esta vez parece ser real.

Los primeros meses de protesta fueron los más difíciles: la policía cordobesa intentó desalojarlos, hubo heridos, balas de goma, amenazas de muerte y golpes.

Monsanto ordenó desarticular la planta para procesamiento de maíz que desde años intentaba levantar en la localidad cordobesa. “Comenzaron con las mediciones para desmantelar las instalaciones”, señalaron fuentes vinculadas a empresas contratistas de la zona.

Según comentaron extraoficialmente desde la empresa al periodista Patricio Eleisegui, la política agropecuaria a nivel nacional, que terminó por desbancar al maíz de su papel protagónico para darle paso a la soja, ayudó en este entuerto: luego del prolongado parate de las obras en las 30 hectáreas del predio, los directivos de la multinacional desistieron de hacer semejante inversión en esa zona de la Provincia de Córdoba.

Sea por el motivo que sea, Monsanto, la mayor productora de semillas transgénicas del mundo y una de las principales fabricantes de agroquímicos se va de Malvinas Argentinas. La comunidad local, embanderados en la Asamblea de Vecinos “Malvinas Lucha por la Vida”, pudo contra el “gigante” y logró frenar la construcción de la mayor planta de semillas de maíz transgénico de América Latina.

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