La batalla que se desarrolla en Aleppo agravó aún más la situación de miles de sirios que vieron destruidas sus vidas desde el inicio de la guerra.

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5 años de tiros y bombardeos, cientos de miles de muertos y una matanza que no parece terminar nunca: la Organización de las Naciones Unidas (ONU) volvió a pedirle a las potencias mundiales que accedan a una tregua y dejen de descargar municiones sobre la ciudad.

“Dejenme ser claro: el este de Aleppo no está al borde del precipicio; ya está descendiendo en un terrible abismo”, aseveró Stephen O’Brien. “Siria está sangrando. Es una catástrofe humanitaria, la gente está muriendo. Todos escuchamos sus llantos pidiendo ayuda”, agregó.

Las autoridades del organismo volvieron a remarcar y a pedirle tanto al gobierno sirio como a Rusia para que cesen con los bombardeos. “Están cometiendo crímenes de guerra”, aseveraron. Según UNICEF, y para graficar la crueldad de lo que allí se vive, confirmaron que sólo desde el último viernes murieron 96 niños en Aleppo.

Hace poco más de una semana atrás, un ataque contra un convoy humanitario en la región colmó la paciencia de la ONU: la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) confirmó en ese momento que todas las operaciones humanitarias en Siria “quedaban suspendidas”.

Ya a fines de julio, en medio de las balas y los bombardeos, las autoridades europeas y veedores internacionales habían advertido que se cortó la asistencia vital para cerca de 250.000 personas que están literalmente “atrapadas” en Aleppo.

“Nos despertamos con el sonido de las bombas y nos dormirnos después de enterrar a la gente que muere”, confesó un médico local a Amnistía Internacional. La situación, pese a los avisos, no ha cambiado mucho en todo este tiempo.

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