El músico rosarino habló con Télam justo cuando se cumplieron treinta años del lanzamiento de “La La La”, su disco con Luis Alberto Spinetta.

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“Los primeros recuerdos que afloran son los encuentros en nuestras casas comiendo pizzas entre sus niños y los de (el fotógrafo Eduardo Martí) Dylan, nuestro gran amigo en común, que crecían a toda velocidad entre las interpretaciones spinettianas de Michel Foucault y Jean Baudrillard, las largas películas de Werner Herzog, de quien los dos éramos fans y las canciones que nos íbamos mostrando en esos encuentros que terminaron siendo las canciones”

“Fue, es y será un álbum incorrecto por donde lo mires. En general, creo que ese desconcierto perdura en el tiempo respecto a este álbum y posiblemente hacia todo el imaginario de gran parte del rock argentino. Siempre hay algo saliéndose de órbita y eso es lo que termina volviéndose su sello distintivo”.

“Luis me trataba como un par y estimulaba mucho mis decisiones. La verdad es que para mí fue una experiencia de discípulo absoluta. Aprecié y aprecio al día de hoy esta inmensa distinción que Luis me concedió pero, mas allá de las subjetividades y puntos de vista, esta fue claramente una situación de maestro-discípulo. Sin olvidarnos que, en la cosmogonía spinetteana o en la de muchos alrededor del mundo, el maestro no cesa de aprender y el discípulo es un territorio fértil para que eso suceda”.

“No importaba quién firmara. ‘La la la’ fue esa fotografía de Eduardo Martí. Los dos rostros fusionados en uno. Los dos cantando al unísono varios tramos de las canciones, componiendo una sola voz. Luis comandando las mezclas de mis canciones y yo las de él. Fue una experiencia de hermandad profunda y absoluta. Mientras tanto, nos divertíamos creando un nuevo Frankenstein de muchos sexos e infinitas modulaciones, que hablaba en muchos idiomas y viajaba en su propia máquina del tiempo”.

“No hubo una enseñanza principal. Es todo principal. Luis fue una persona inolvidable. Mi vida hubiera sido otra sin él. En aquella época, en las anteriores y en todas las que vinieron. ‘La la la’ son mis tres pulmones auxiliares. Cuando me cuesta respirar, los prendo y vuelvo a vivir”.

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