Las inundaciones, la poca absorción del agua por parte de los suelos y las constantes lluvias tienen correlación también con la tala indiscriminada y el desmonte.

Cuando el agua sube hasta las rodillas, la cintura o el cuello, las excusas están a la orden del día: suelen brillar los dedos acusatorios entre funcionarios, las promesas a futuro y la angustia de los damnificados.

Buceando en las razones de por qué las inundaciones acechan a buena parte de los pueblos de la región pampeana y el noreste del país, Greenpeace aportó algunos datos más a la cuestión: además de la destrucción de humedales, la sojización, la poca rotación de los cultivos y la cada vez más complicada absorción de agua por parte de los suelos, las causas también pueden encontrarse por el lado del desmonte.

Según la organización, la Argentina es uno de los diez más que más desmontaron en los últimos 25 años: se arrasaron 7,6 millones de hectáreas de bosques nativos, lo que equivale a la superficie total de Entre Ríos.

“Los últimos veranos fuimos testigos de la catástrofe de tener grandes inundaciones en el centro y norte del país. Esto no es casualidad ni un fenómeno natural, sino que es consecuencia de la ausencia de una política ambiental nacional que proteja a nuestra esponja natural, que son nuestros bosques y humedales, del avance de la soja, la ganadería intensiva y los desarrollos inmobiliarios”, afirmó Hernán Giardini, coordinador de la campaña para proteger a los bosques.

Aunque la sanción de la “Ley de Bosques” en el año 2007 mejoró el panorama, desde su aprobación hasta fines de 2014 se destruyeron 2,1 millones de hectáreas, de las cuales el 30% corresponden a zonas protegidas.

“La deforestación implica una gran pérdida de biodiversidad, genera cambio climático y nos vuelve más vulnerables a sus consecuencias. Una hectárea con bosques absorbe diez veces más precipitaciones que una hectárea con soja. Más desmontes es sinónimo de más inundaciones”, remató.

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