Dadaab es actualmente el hogar de más de 275.000 personas, muchos de ellos desplazados por la guerra civil de Somalía en 1991: ¿adónde irán a parar si cierra?

Un asentamiento semiárido en el condado de Garissa, Kenia, se convirtió en un lugar de disputa internacional: es el lugar donde se asienta un gran campo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) al que quieren desalojar.

La Suprema Corte de Kenia bloqueó momentáneamente la medida del gobierno local que pretende cerrar Dadaab, el campo de refugiados más grande del mundo.

La idea de las autoridades gubernamentales keniatas era desterrarlo antes de noviembre ya que afirman que se convirtió en “un lugar de reclutamiento de terroristas”. Sin embargo, el recurso judicial interpuesto terminó dándole seis meses más a la gente que vive allí para quedarse: un tiempo necesario para no desencadenar una “catástrofe humanitaria” pero insuficiente para diseñar una salida a largo plazo.

“Estamos presenciando cómo, en todo el mundo, los gobiernos incumplen sus obligaciones para con las personas refugiadas”, advirtieron desde Amnistía Internacional.

“La prohibición de viaje impuesta por Donald Trump trata de cerrar las puertas al reasentamiento en Estados Unidos, incluso para las personas refugiadas somalíes más vulnerables. Debido al conflicto armado en curso y a la ausencia de servicios, volver a Somalia no es una opción para la mayoría de los somalíes de Dadaab. Es muy sencillo: estas personas no tienen ningún otro lugar adonde ir. Necesitamos que los gobiernos se unan y creen soluciones sostenibles a largo plazo”, agregaron.

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