Holanda: El presidente, Mauricio Macri, su esposa Juliana Awada, la reina Maxima de Holanda y el presidente de la casa de Ana Frank, Ronald Leopold, durante la visita a la Casa de Ana Frank en Amsterdam. Foto: REUTERS / Cris Toala Olivares

El titular del Ministerio de Educación, Esteban Bullrich, visitó junto al presidente Mauricio Macri la Casa de Ana Frank en Amsterdam.

Entre 1942 y 1944, Ana Frank volcó su historia personal en un diario íntimo que comenzó a escribir a los 13 años, cuando estaba escondida junto a su familia de la persecución nazi contra los judíos. Murió antes de cumplir los 16, en un campo de exterminio.

“Es un símbolo muy importante, especialmente trabajando en Educación”, aseguró Esteban Bullrich en torno a la niña, víctima del genocidio que marcó a fuego el Siglo XX.

“Ella tenía sueños, sabía lo que quería, escribía sobre lo que quería y esos sueños quedaron truncos, en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que promovía la intolerancia”, sostuvo luego polémicamente el funcionario argentino.

Buena parte de la opinión pública rescató, con una mezcla de curiosidad e indignación, que uno de los ministros de más alto rango de la Argentina diera una descripción tan banal de lo que fue el nazismo: no habló de las millones de personas asesinadas por Hitler y compañía sino de sus escasas cualidades para “unir y llevar paz”.

“En este mundo donde está volviendo la intolerancia, lamentablemente, con la construcción de muros como forma de separarnos, el presidente Macri es muy claro en esto de unirnos todos los argentinos. Pero también a los países del mundo para construir juntos un mejor futuro para los jóvenes que, como Ana Frank, saben lo que quieren y tienen sueños”, remató difusamente Bullrich.

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