El músico, de 57 años, murió en 2016 debido a una “sobredosis accidental de fentanil”, en su casa-estudio de Paisley Park, situada en Chanhassen, Minnesota.

Las investigaciones efectuadas tras el fallecimiento del cantante revelaron, casi un año más tarde, que en su vivienda había “fármacos mal etiquetados” y que en realidad contenían fentanilo, un opiáceo sintético “50 veces más poderoso que la heroína”, y oxicodona, un analgésico muy potente de tipo opioide y aditivo potencialmente.

Según la información que se publicó oficialmente este lunes, los blisters de píldoras en los que se encontraban estas drogas estaban a nombre de Kirk Johnson, un amigo de Prince que, a su vez, se encargaba de las propiedades.

El mismo Johnson había declarado ante la policía que el músico había consumido opiáceos durante años y que efectivamente luchaba contra esta adicción. Su médico personal, además, confesó que se los recetaba con otro nombre para mantener la privacidad de la estrella.

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