No son momentos fáciles para Brasil: mientras miles y miles de personas gritaban “Fuera Temer” en San Pablo, Río de Janeiro, Brasilia y otras diez capitales del país, el mandatario permanecía en la residencia oficial reunido junto al núcleo duro de su gabinete analizando cómo seguir en el poder.

“Si quieren, me tendrán que derrumbar”, sentenció Michel Temer en una de sus pocas apariciones públicas tras el escándalo de corrupción, en diálogo con el diario Folha de S. Paulo.

En torno a la denuncia que le hizo el empresario del mayor frigorífico de Brasil y que hizo estallar el asunto, el mandatario indicó: “La grabación es fraudulenta y malintencionada. Yo oigo a mucha gente y mucha gente me dice las mayores tonterías que no tomo en cuenta. El objetivo central de la conversación no era ese. Él fue llevando la conversación a ese punto, mis respuestas eran monosilábicas”.

“Batista tuvo un entrenamiento de 15 días para saber cómo para grabar, hacer la delación y cómo encaminar la conversación”, sentenció Temer.

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