Tras la última prueba de misil de Pyongyang, los gobiernos de Estados Unidos y Corea del Sur no se quedaron de brazos cruzados: dispararon misiles que simularon un ataque de precisión contra la dirigencia norcoreana.

Según las autoridades de ambos países, el lanzamiento se produjo de manera simultánea “como un fuerte mensaje de advertencia”, durante un ejercicio que simulaba un ataque al régimen de Kim Jong-Un.

“Los misiles impactaron el blanco hipotético”, según el comando militar surcoreano, “demostrando la capacidad de bombardeo de precisión contra el cuartel general del enemigo en un momento de emergencia”.

“Necesitamos mostrar con claridad que nuestros misiles de defensa están listos”, aseveró Moon Jae-in, presidente de Corea del Sur.

“Las últimas acciones de Corea del Norte son una amenaza y constituye una escalada en las tensiones”, agregó Rex Tillerson, Secretario de Estado norteamericano. “Cualquier país que brinde asistencia económica o militarmente a Pyongyang está ayudando a un régimen peligroso”.

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