El partido empezó peor de lo que cualquier argentino imaginaba: a los 43 segundos de la primera etapa, Mascherano y Mercado fallaron en conjunto en la última línea y permitieron que los locales facturaran.

Romero Ibarra, delantero ecuatoriano, aprovechó la oportunidad de quedar mano a mano frente a “Chiquito” Romero y no falló: puso el 1 a 0 que, a esa altura, sonaba a condena de muerte.

Sin embargo, Lionel Messi apareció con toda su magia y peso para torcer el rumbo: primero habilitó en dos oportunidades a Ángel Di María para que este definiera afuera junto al palo izquierdo del arquero.

Y antes de los quince minutos pudo empatar: el crack rosarino abrió para el actual jugador del Paris Saint Germain, picó al vacío y cuando recibió frente al portero local no dudó. Acarició la pelota con la parte delantera de su botín para el 1 a 1 transitorio.

Envalentonado por la reacción, el conjunto “albiceleste” salió con más confianza y ganó varios metros en el terreno de juego. Al rato, otra vez “La Pulga” apareció con todo el peso de su fútbol: “guapeó” y peleó una pelota, gambeteó y fusiló al arquero para llevar tranquilidad a todo un país y poner el marcador 2 a 1 hasta el entretiempo.

La segunda parte arrancó adversa para los dirigidos por Jorge Sampaoli: Ecuador salió con ímpetu, aprovechó el cansancio e inclinó la cancha contra el arco de “Chiquito” Romero pese a no generar demasiado peligro.

A los quince minutos, el mejor jugador del mundo volvió a demostrar su valía: le quedó una pelota en tres cuartos de cancha, encaró por los resquicios que dejó Benedetto y le picó la pelota al “1” rival para desatar la locura en el banco de suplentes “albiceleste”.

El 3 a 1 le dio suficiente aire a la Selección Argentina como para tratar de manejar el ritmo, bajar la intensidad y poder jugar con más tranquilidad al tener la pelota.

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