El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, compareció ante el Parlamento de Cataluña donde asumió “el mandato del pueblo” para proclamar la República Catalana pero dejando su proclamación en suspenso.

“De mi comparecencia no esperen amenazas ni insultos (…). Al contrario, voy a dirigirme al conjunto de la población, a los que se han movilizado todos estos días, incluido los que se movilizaron pidiendo la unidad de España”, señaló ante los presentes.

“Más de 2,2 millones de catalanes vencieron al miedo y cuando llegaron a su colegio encontraron urnas, sobres, papeletas, mesas constituidas y un censo viable y operativo. No sabemos cuántos intentaron votar sin éxito, pero los colegios clausurados representan un censo de 770.000 personas más. Esto no es una decisión personal, sino el resultado del 1 de octubre (…). Y eso he venido a hacer”, prosiguió.

“No somos unos delincuentse. No somos unos locos. No somos unos golpistas No somos unos abducidos. Somos gente normal que quiere votar. No tenemos nada contra España y los españoles, al contrario, nos queremos entender mejor (…). Porque desde hace años la relación no funciona y nada se ha hecho para revertir una situación que es insostenible”, agregó.

“Cataluña se implicó a fondo en el Estado español y las instituciones internacionales (…). Con el paso de los años el sistema dejó de evolucionar en la dirección deseada y empezó a involucionar. Hemos sufrido un menosprecio hacia la lengua y la manera de vivir en Cataluña”, subrayó Puigdemont.

“Les presento los resultados, el mandato del pueblo para que Cataluña sea un estado independiente en forma de República. El gobierno y yo mismo proponemos que el parlamento suspenda la declaración de independencia para emprender un diálogo sin el que es imposible alcanzar una solución acordada”, remató ante los parlamentarios que se encontraban en el lugar.

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