La declaración de la independencia catalana se desinfló en menos de 48 horas: luego de que el Parlamento votara secretamente por el “Sí” y de que el gobierno de Mariano Rajoy pusiera en marcha la intervención, Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, decidió irse del país e instalarse provisoriamente en Bélgica.

Desde Bruselas “reafirmó la vigencia de su gobierno” pese a que el artículo 155 ya se está aplicando con “normalidad” en las instituciones catalanas: “Podemos cumplir con nuestras obligaciones desde aquí también”, esgrimió.  “La otra parte del Govern, con el vicepresidente al frente, continúa en Catalunya, realizando actividades políticas como miembros legítimos”.

“No pido nada a los políticos belgas. No vengo a inmiscuirme en los asuntos belgas, aunque sí que hay complicidades. Nuestra presencia aquí no tiene nada que ver con la política belga. Podemos circular libremente por toda la UE. No nos hemos tenido que esconder”, prosiguió Puigdemont ante los preiodistas.

“Tenemos que buscar las máximas garantías para regresar a España ya que nos enfrentamos a 30 años de cárcel”, recalcó.

Luego, el catalán ratificó que considera a las elecciones convocadas por Mariano Rajoy como un “reto democrático”: “Las elecciones del 21 de diciembre son un reto que asumimos con todas nuestras fuerzas”.

“Al pueblo de Catalunya le pido que se prepare para un camino largo, estamos delante de un Estado que solo entiende la razón de la fuerza. Apoyamos a los sindicatos, a las entidades y a los cargos directivos del Govern que se han quedado en el trabajo, les pedimos que hagan lo posible para evitar la demolición de la Generalitat”, concluyó.

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