La reforma previsional dejó maltrecho a más de uno: el gobierno, por un lado, y pese a mostrar fuerza hacia afuera con la aprobación de la ley, perdió capital político y legitimidad social tras pasar una medida impopular a base de tergiversaciones y represión.

Por el otro; sectores del kirchnerismo y la izquierda ya empezaron a pagar la irresponsabilidad de no condenar al puñado de violentos que empañó una protesta multitudinaria y pacífica que terminó en cacerolazos y movilizaciones inéditas durante la madrugada.

La otra pata de la cuestión, la CGT, también vive su propio terremoto político: el débil paro nacional, las tardías respuestas y el desplante de, por ejemplo, la UTA en los momentos más álgidos de las convulsionadas jornadas fueron los más claros exponentes de que algo no andaba bien.

Este martes al mediodía se conoció el primer resquebrajamiento a casi un año y medio de la conformación del triunvirato: la UOM, a través de la renuncia del “Barba” Gutiérrez a la Secretaría Interior, se fue de la central obrera.

“Consideramos que la CGT debe ser hoy mas firme y contundente en defensa de los trabajadores y el modelo productivo industrial”, advirtieron.

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