Desde fines del 2017, el genocida Miguel Etchecolatz goza del beneficio de la prisión domiciliaria gracias a una resolución del Tribunal Oral Federal 6 de la Capital Federal: por ello, fue escrachado en su casa de Mar del Plata por organismos de derechos humanos y vecinos.

Ahora se conoció un fallo de la Cámara Federal de Casación Penal donde se desestimó un pedido de excarcelación del represor, al resolver sobre un planteo de libertad distinto de la causa en que efectivamente se le otorgó.

En el mismo, la Sala de Feria de la Casación argumentó que “las particulares características y trascendencia de los graves delitos” cometidos por Etchecolatz y la presunción de “la existencia palpable de un peligro de fuga o un entorpecimiento en el desarrollo de la causa”, en cuyo debate deben declarar más de cien testigos, bastaban para negarle la domiciliaria.

¿Cómo pueden dos tribunales fallar tan distinto sobre una misma persona, condenado por atroces crímenes y con cuatro condenas a prisión perpetua a cuestas?

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