A principios de esta semana, un chico judío de ocho años que caminaba por las afueras de París con su kipá fue molido a golpes por adolescentes de 15 y 16 años: no le robaron sino que sólo lo sorprendieron cuando iba a clase.

Los agresores fueron, según la policía local, dos jóvenes de tez negra que estaban escondidos detrás de unos contenedores de basura y que se detuvieron porque el niño logró esconderse debajo de un auto.

“El lunes, un chico fue violentamente agredido en plena calle en Sarcelles. La motivación antisemita ha sido tenida en cuenta por la Fiscalía. Esta agresión ha ido demasiado lejos”, aseguraron desde la Liga Internacional contra el Racismo y el Antisemitismo (Licra) a través de un comunicado.

El acontecimiento generó una ola de indignación en Francia, donde el gobierno prepara un plan para combatir el antisemitismo luego de que se reactivaran hechos de violencia y discriminación.

El primer ministro francés, Edouard Philippe, fue uno de los primeros en salir a denunciar la proliferación de “una nueva forma de antisemitismo violento y brutal”.

El presidente Emmanuel Macron, por su parte, también salió a condenar lo sucedido: “Cada vez que se agrede a un ciudadano por su edad, apariencia o confesión religiosa se ataca a toda la República Francesa”, sentenció vía Twitter.

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