Luego de una previa del partido “caliente”, que incluyó incidentes entre los hinchas del Liverpool y el micro del Manchester City que transportaba a los jugadores, la pelota empezó a rodar y el equipo de Klopp le supo sacar provecho.

A los veinte minutos, los “rojos” ya le habían sacado dos goles de ventaja a los “azules”: primero fue Mohamed Salah quien, tras aprovechar un rebote del arquero y un pésimo intento de despeje de Walker, puso el 1 a 0.

Y un rato más tarde, con un tiro increíble de media distancia, Oxlade-Chamberlain superó la resistencia del arquero visitante para sentenciar el 2 a 0.

Como si faltara algo más para que la noche se le convierta en una pesadilla a los de Pep Guardiola fue el golpe certero que les propinó Mané a la media hora de partido: de cabeza metió el 3 a 0.

La superioridad del conjunto local fue tal que la mejor aproximación del Manchester City terminó siendo un tiro lejano de Otamendi desde afuera del área y que se fue cerca del palo.

El segundo tiempo arrancó diferente: con el orgullo herido, el Manchester City salió con todo a buscar el descuento. Fernandinho empezó a recuperar pelotas en la mitad de la cancha, los delanteros comenzaron a generar juego y, poco a poco, el equipo de Guardiola se asemejó a un equipo de Guardiola.

Aún así, a los mancunianos no les alcanzó con las ganas para descontar y llevarse un mejor resultado de cara a la revancha: no estuvieron finos en los últimos metros y el Liverpool aguantó bien.

La única que coronaron los “blues” terminó en polémica: una corrida de Sané encontró sólo a Gabriel Jesús y el brasileño pudo marcar el gol; sin embargo, el árbitro le anuló mal el gol por una supuesta posición adelantada.

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