El 23 de julio de 2011, su guardaespaldas la encontró muerta en su cama de su casa londinense: la noticia fue un shock para sus fanáticos y los amantes de la música, pese a que todos sabían que, por su vida tormentosa, la muerte estaba al acecho.

A la cantante británica le alcanzaron dos discos (“Frank” y “Back to black”) para ser denominada “la voz blanca del soul” y pasar a la historia.

Recién unos meses más tarde, el 25 de octubre de 2011, se hizo público el resultado de la autopsia: no hubo drogas ilegales ni nada extraño según la forense Suzanne Greenway. “La muerte repentina fue la consecuencia no intencionada de la gran ingesta de alcohol”, advirtieron las autoridades.

Trístemente, Amy Winehouse ingresó aquel día al “Club de los 27”: allí la esperaban músicos de la talla de Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain y Janis Joplin. El mundo, como a ellos, todavía los extraña.

Comentarios

comentarios