Un tribunal de San Francisco ordenó a a Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los Estados Unidos a retirar de la venta el insecticida clorpirifos en el transcurso de los próximos 60 días.

Científicos norteamericanos constataron que “provoca daño neurológico, sobre todo en niños; (…) motiva desde la pérdida de inteligencia hasta cambios en la conducta” y que “incluso a dosis bajas, puede generar trastornos como el autismo“.

Este producto de la compañía “Dow” es pulverizado en casi cien países del mundo sobre medio centenar de cultivos diferentes. En la Argentina, para colmo, es el agroquímico más utilizado de todo el mercado.

La situación se vuelve entonces más preocupante: mientras en el resto del mundo las autoridades han empezado a controlar y regular el uso de herbicidas y productos tóxicos, en el país se ha intensificado su uso.

Lejos de investigar los efectos que producen en el medioambiente y las personas, el gobierno los promueve: en julio dieron a conocer un documento de “buenas prácticas” para el uso de agrotóxicos en el que ni siquiera se incluyeron “distancias mínimas”.

¿Cuál es el problema con los fitosanitarios o los agroquímicos respecto de otras tecnologías que también tienen efectos nocivos como la electricidad y el automóvil, que también producen muertes?, se preguntó Lino Barañao, titular del Ministerio de Ciencia y Técnica, en aquella oportunidad. Tal vez el fallo judicial norteamericano le sirva para echar luz sobre la cuestión.

Comentarios

comentarios