Desde hace años, la empresa Monsanto niega que exista conexión alguna entre el cáncer y el glifosato, herbicida que se utiliza de a toneladas en la agroindustria, en especial en la Argentina.

Este último viernes, el jurado estatal de a California falló en su contra y le dio la razón a Dewayne Johnson, un granjero que acusó a la compañía de causarle un cáncer terminal: “Monsanto actuó con malicia, sabía de los daños del ‘Roundup’ y ‘Ranger Pro’: no advirtió“, sentenciaron los magistrados.

El hombre se convirtió en la primera persona en llevar a juicio a la gigantesca corporación de semillas y químicos, adquirida recientemente por Bayer.

El tribunal ordenó, además, que le paguen al trabajador rural norteamericano la cifra de $289 millones de dolares en compensación. El fallo puede provocar una oleada de juicios en la zona y extenderse a todos los Estados Unidos.

Son varios los especialistas y científicos que advierten en torno a los peligros para la salud del uso de agrotóxicos, la base del boom agroindustrial y de la sojización en la Argentina.

Pese a ello, los distintos gobiernos y funcionarios de todos los signos políticos miran para el costado: nadie se anima ir en contra de la gallina de los huevos de oro, aunque esté en juego la vida de cientos de miles de personas.

En marzo de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó tras un año de investigaciones que el glifosato puede provocar cáncer en humanos:  “Hay pruebas convincentes de que el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no Hodgkin)”, advirtieron. El herbicida, además, “causó daño del ADN y los cromosomas en las células humanas”. Según los científicos, cinco pesticidas químicos usados como insecticidas y herbicidas – glifosato, malation, diazinon, paration, y el tetrachlorvinphos – resultaron ser cancerígenos.

Andrés Carrasco, médico argentino especializado en biología molecular y en biología del desarrollo que murió el 10 de mayo del 2014, pasó los últimos años de su vida luchando contra el gobierno, el establishment científico y las corporaciones tras haber confirmado los efectos devastadores del glifosato.

“La gente sufre y los científicos se vuelven empresarios o socios de multinacionales. Son hipócritas, cipayos de las corporaciones, pero tienen miedo. Saben que no pueden tapar el sol con la mano. Hay pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la prueba viva de la emergencia sanitaria”, señaló Carrasco en varias entrevistas.

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