Desde que el #NiUnaMenos ganó las calles en 2015 no hubo marcha atrás. Cada vez más mujeres decidieron alzar la voz para empezar a llamar las cosas por su nombre: ni “crimen pasional”, ni ningún otro eufemismo puede ser utilizado para referirse a los femicidios.

Sin embargo, año a año los crímenes continúan sucediéndose a un ritmo preocupante y las autoridades siguen con las manos cruzadas: en lo que va del 2019 ya mataron a ocho chicas.

El caso de Agustina Imvinkelried conmovió a la opinión pública: fue encontrada muerta esta mañana a 200 metros del boliche Teos, adonde había ido a bailar junto a sus amigas el último fin de semana. Su familia denunció la desaparición y, tras peritar las cámaras del lugar, la policía dio con Pablo Sebastián Trionfini, quien se presume que la había subido a su auto. El femicida se ahorcó antes de que los efectivos le allanaran la casa.

¿Los otros casos? A Celeste Castillo, de 27 años, la mataron en Santiago del Estero. En el conurbano bonaerense, una niña de tan sólo diez años, Joselin Mamani, fue asesinada de 32 puñaladas.

La semana pasada un policía asesinó a Gisel Romina Varela, su ex pareja, en Mar del Plata: la acribilló a balazos en la parada de colectivo. La mujer ya lo había denunciado por violencia. Daiana Moyano, oriunda de Córdoba, fue asesinada cerca de la parada del colectivo. Valeria Juárez, por su parte, murió en manos de su ex pareja. Según detalla cosecharoja.org, en Mar del Plata también mataron a Susana Yas, de 77 años.

Y la pregunta que retumba detrás de cada historia, de cada mujer asesinada, parece no tener respuesta: ¿Cuándo terminará esto? ¿Cuándo se le podrá poner un freno definitivo a la violencia machista?

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