Ningún indicador económico del 2018 fue bueno y el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) lo confirmó con su último informe: la inflación minorista cerró en 47,6% y fue la más alta de los últimos 27 años.

Sin embargo, las malas noticias no terminaron ahí: el Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) subió un 1,3% en diciembre y cerró en 73,5% para el 2018. Fue el registro más elevado desde 2002.

Las variaciones más significativas se anotaron en el costo de la energía eléctrica, con un aumento del 54,1%, en los productos importados 104,8%, los manufacturados subieron 68% y los primarios 82,7%.

El IPIM, que es elaborado en base a los datos informados por productores e importadores, mide los precios “a la salida de fábrica” y es clave para entender cómo pueden moverse los precios de los productos en el futuro, así como también las tarifas energéticas.

La recesión es tan grande y la población perdió tanta capacidad de compra que los 26 puntos de diferencia entre lo que arrojó el IPC y el IPIM son una clara muestra de que los canales minoristas decidieron no trasladar todos los incrementos para poder subsistir.

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