Caras largas, caras enojadas, honras fúnebres y gritos pidiendo la “muerte” de Estados Unidos e Israel dominaron el centro de Teherán en las últimas horas mientras cientos de miles de personas le daban el último adiós a Qassem Suleimani.

El general iraní fue asesinado el viernes pasado en un ataque con drones por parte de los Estados Unidos y los frágiles hilos de los que pendía la relativa estabilidad en Medio Oriente parecen haberse cortado de un tirón.

El funeral contó con la presencia de la plana mayor del gobierno de Irán: dijeron presente el líder supremo, Alí Khamenei, el presidente iraní Hassan Rohani, el presidente del Parlamento, Alí Larijani, el jefe de la Revolución, el general Hosein Salami y el jefe de la autoridad judicial, Ebrahim Raisi.

Los carteles de los manifestantes reflejaron la cruda realidad y lo difícil que será para otros países mediar entre las partes ante la bronca desatada: se pudieron leer pancartas que decían “Tel Aviv será reducido a polvo muy pronto”, “Ni mediación, ni rendición” y “Dura venganza”.

? Los expertos aseguran que la escala de las movilizaciones se asemejan al funeral del fundador de la República Islámica, el ayatollah Ruhollah Khomeini en 1989.

Esmail Qaani, nuevo comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, prometió expulsar al gobierno de Donald Trump de la región.

“Seguiremos el camino del mártir con firmeza y resistencia y la única compensación para nosotros será expulsar a Estados Unidos de la región”, afirmó en diálogo con la televisión estatal iraní.

“La venganza por el martirio de Soleimani es una promesa hecha por Alá, y Alá es el principal vengador”, remató.

? Esmail Qaani llora desconsolado frente al féretro de Qassem Suleimani: será su sucesor en la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria.

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