La situación epidemiológica en la Argentina es preocupante y en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) es directamente crítica: desde hace varias semanas los hospitales privados y públicos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense están al límite.

Según datos oficiales de la administración de Horacio Rodríguez Larreta, el viernes 2 de abril había 158 personas internadas en unidades de terapia intensiva (UTI) del sistema público de salud del distrito, por lo que el porcentaje de ocupación era del 35,11%: todavía bajo pero con la tormenta relampagueando en el horizonte.

A pesar de que en reiteradas oportunidades se dijo que “los casos eran leves porque afectaban fundamentalmente a los más jovenes” y que no eran “necesarias” nuevas restricciones, la tendencia se mantuvo creciente semana a semana hasta llegar al punto límite que todos conocemos y padecemos.

Para el anteúltimo día de abril el escenario ya era otro y bien desesperante, sobre todo teniendo en cuenta que lo primero que “se llena” es el sistema privado de salud: 388 internados en terapia intensiva y 86,22% de ocupación.

Las 50 camas que se sumaron a fines de la semana pasada y que fueron anunciadas por Fernán Quirós sirvieron para bajar algo el porcentaje de ocupación pero el mismo todavía está por encima del 80%. Si a esto le sumamos que agregar camas sólo no alcanza ya que el recurso humano, es decir, médicos, enfermeros, intensivistas, kinesiólogos y demás, es escaso y no pueden ser “fabricados” ni “multiplicados” sin más, nos sirve para pensar la complejidad de las semanas por venir.

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