El presidente Javier Milei enfrenta este jueves el segundo paro general convocado por la Confederación General del Trabajo (CGT) contra su gobierno en los cinco meses que lleva de gestión.

Con la intención de deslegitimar el reclamo, desde la Casa Rosada acusaron a las centrales sindicales que adhirieron a la protesta de “querer sacar un rédito político” y de “atentar contra la libertad de la gente”. Sumado a esto, funcionarios salieron a relativizar los efectos de la medida y dar una imagen de normalidad.

Más allá de la narrativa que intentan instalar las autoridades, tanto la CGT como las dos CTA señalaron que hay un alto acatamiento a la medida de fuerza a nivel nacional: la mayoría de los sindicatos se sumaron a la huelga, hay poca actividad y uno de los lugares donde más se siente es en el transporte público.

En esta línea, y además de los servicios bancarios que quedaron reducidos a operaciones online, también se paralizó la industria automotriz y están cerradas la mayoría de las dependencias estatales. Por otra parte, el acatamiento en shoppings, supermercados, grandes cadenas e incluso los comercios barriales es dispar. Y, a diferencia de las escuelas públicas donde el paro se siente con fuerza, buena parte de los colegios privados decidieron abrir sus puertas.

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