El próximo domingo se desarrollarán las primeras elecciones en Paraguay, tras el golpe parlamentario sufrido por Lugo en junio del 2012. Horacio Cartes y Efraín Alegre están cabeza a cabeza. Federico Franco entregaría el mando en agosto.

No son unas elecciones más en la historia de Paraguay. Es la primera vez que el Partido Colorado llega como opositor y el Partido Liberal como gobierno; además de que se han transformado en las elecciones más caras de la historia paraguaya, donde cada candidato ha gastado alrededor de 20 millones de dólares; acusándose reiteradamente ambos de corrupción y de financiar sus campañas con fondos ilegales.

Asimismo, los niveles de agresión han subido hasta niveles altísimos; sobre todo por parte de los candidatos. Por ejemplo, el candidato liberal Efraín Alegre dijo esta semana en un acto de campaña “Aquí estamos nosotros, alegres y felices sabiendo que la victoria está asegurada. Horacio ya está llorando la derrota; encima que es narco, es llorón, señaló en alusión a Horacio Cartes, candidato por el Partido Colorado; quién ha sido acusado constantemente durante la campaña de tener vinculaciones con el narcotráfico.

El Partido Liberal, en el gobierno desde el golpe parlamentario perpetrado por el ahora  presidente Federico Franco en junio de 2012 contra Fernando Lugo, se presenta a las elecciones en alianza con el Partido Democrático Progresista. Sin embargo, luego de que en las últimas semanas varios sondeos den al colorado Cartes como favorito, selló su alianza con la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace) del ex-militar y candidato Lino Oviedo, fallecido en febrero de este año en un accidente aéreo en plena campaña electoral. De esta manera, al prometer entregarle ministerios en un eventual próximo gobierno a cambio del voto útil en las urnas de sus seguidores; el Partido Liberal se aseugró de emparejar la elección; incluso hasta llegar a hablarse unánimamente en todos los medios paraguayos de un posible empate ténico.

En medio de ambos partidos, se encuentra el Frente Guasú, autodenominado como una coalición de partidos y organizaciones sociales de izquierda, cuyo máximo referente es Fernando Lugo, el ex presidente destituido hace menos de un año. El Frente ha denunciado constantemente esta campaña desproporcionada y desigual propulsada por los partidos mayoritarios, sumado a la denuncia de compra de votos y favores por los mismos; además de las reiteradas censuras y ataques sufridos desde los medios de comunicación.

La compra de votos también ha encontrado eco en los medios paraguayos, aunque se encuentren ya bastante naturalizados por la población local. El caso más resonante, es una cámara oculta al senador colorado  Silvio Ovelar mientras negociaba la compra de votos y de cédulas de identificación, en un asentamiento en Coronel Oviedo, departamento de Caaguazú. Vale la pena recordar que apenas la mitad de la población paraguaya se encuentra empadronada y, por ende, en condiciones legales de votar.

El nivel de agresividad entre los candidatos, sumado al ajustado margen de distancia entre ambos candidatos y el antecedente de las recientes elecciones venezolanas, y algunos incidentes que se produjeron entre colorados y liberales en Asunción; varios analistas coinciden en que un escenario violento el próximo 21 de abril no es para nada imposible. Incluso, se agrega un ingrediente explosivo más a todo este asunto: el gobierno paraguayo debe poco más de cuatro millones y medio de dólares a la Policía, quienes anunciaron que no brindarán la cobertura de seguridad durante las elecciones a menos que se les pague.

Tras el periódo abierto a mediados del año pasado con el juicio político a Fernando Lugo y la asunción del liberal Federico Franco; las elecciones del 21 de abril marcarán un punto de inflexión para los años venideros en la República del Paraguay. Sobre todo teniendo en cuenta el semi aislamiento en que se encuentra tras la negativa de los países del Mercosur a convalidar el “golpe parlamentario”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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