Dos ex seminaristas de la orden de La Salette, secuestrados en Córdoba en 1976 y posteriormente torturados en La Perla, denunciaron la complicidad de la Iglesia Católica con la última dictadura militar. “No solo no nos protegieron, sino que aportaron argumentos filosóficos y teológicos para avalar la tortura y el genocidio”, afirmaron.

La Perla

Por el principal centro clandestino de detención y tortura de Córdoba, conocido como “La Perla”  o “La Universidad”, pasaron miles de detenidos, muchos de los cuales hoy en día continúan desaparecidos.

Instalado en 1975 y desmontado en 1979, “La Perla” estaba a cargo del III Cuerpo de Ejército bajo el mando de Luciano Benjamín Menéndez; el general Sasaian fue el segundo en la lista de mandos y el coronel César Emilio Anadon se encontraba directamente al frente del centro clandestino.

La megacausa “La Perla”, que investiga los delitos de lesa humanidad que tuvieron lugar allí, se desarrolla en la Ciudad de Córdoba y tiene como principal imputado al general Luciano Benjamín Menéndez.

En el día de ayer, dos ex seminaristas de la orden de La Salette, Daniel Andrés García Carranza y Alejandro Ramón Dausá, declararon como testigos por su secuestro – junto a otros cuatro seminaristas el 3 de agosto de 1976 – seguido de torturas – durante dos meses fueron torturados en el Departamento de Informaciones Policiales (D2) y en el ex centro clandestino de La Perla -. Allí hicieron hincapié en la complicidad de la Iglesia Católica con la cúpula militar, según consigna el portal Infojus Noticias.

La Perla II

“Fui secuestrado por una patota que pensé que se trataba de delincuentes comunes”, aseguró García Carranza en su testimonio. “Jugaron a la ruleta rusa con nosotros. Nos golpearon, patearon, destruyeron todo lo que había en la casa y se robaron todo lo que se pudieron robar”, agregó.

Además, aseguró que ya desde ese momento estaba “totalmente convencido” de que “una parte de la jerarquía de la Iglesia Católica fue cómplice” con la última dictadura militar. “Los capellanes fueron cómplices, les pagó el Estado terrorista, caso contrario el golpe de estado no hubiera ocurrido”, aseveró. “El cardenal Francisco Primatesta tenía fuertes vínculos con los mílitares y nunca hizo nada por los secuestrados, torturados y asesinados”, concluyó.

En esta misma línea, Dausá hizo referencia a la idea de “baño de sangre purificador”que servía como soporte ideológico a los miltiares y a los cómplices eclesiásticos.  “No solo no nos protegieron, sino que aportaron argumentos filosóficos y teológicos para avalar la tortura y el genocidio”, sentenció.

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