El ex jefe de Investigaciones de la Policía Bonaerense y mano derecha de Ramón Camps no obtuvo la prision domiciliaria.

Etchecolatz II

Desde hace varios meses, editoriales publicados en el diario “La Nación” insisten en las “condiciones” en que se encuentran los militares detenidos por crímenes de lesa humanidad.: el 6 de mayo del 2016 y bajo el título “Otra deuda del Estado argentino”, llamaron a “poner fin a la contradicción entre la defensa de los derechos humanos y el irregular tratamiento para muchos detenidos sin condena”.

El Tribunal Oral Federal 1 de La Plata, con votos de los subrogantes Germán Castelli y Jorge Michelle, parecía haber seguido bien sus consejos: en los últimos días de julio, consideraron que por sus 87 años, su hipertensión arterial y los riesgos de un accidente cerebrovascular (ACV), debían otorgarle al ex comisario Miguel Etchecolatz la prisión domiciliaria.

En sus considerandos, se escudaron en una “óptica humanitaria”: sin embargo, no dijeron nada en torno a los dos dictámenes del Cuerpo Médico Forense (CMF) que confirmaron que sus patologías pueden ser tratadas tranquilamente en el Hospital Penitenciario de Ezeiza, donde actualmente se encuentra al cargar con seis condenas por delitos de lesa humanidad.

Finalmente, y en medio de una importante campaña de denuncia y protesta de los distintos organismos de derechos humanos, el juez federal Ernesto Kreplak, denegó un pedido de la defensa de Etchecolatz, aunque dispuso su traslado momentáneo a un hospital no penitenciario dado su precario estado de salud.

Vale la pena recordar que el 27 de octubre de 2014, el ex jefe de Investigaciones de la Policía Bonaerense escribió el nombre de Jorge Julio López junto a la palabra “secuestrar” en un papel mientras leían la sentencia por los crímenes cometidos en La Cacha.

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