Al futbolista argentino lo buscaron durante una semana y finalmente lo encontraron sin vida en el Canal de la Mancha: junto a el estaba el avión en el que viajaba, todo destrozado.

Luego de leer el informe preliminar de la Agencia Británica de Investigaciones de Accidentes Aéreos británica (AAIB), los expertos concluyeron en que la aeronave se “zambulló de trompa” en el agua.

Lejos de ser algo gradual, suponen que el descenso fue totalmente “fuera de control”, a 7.000 pies por minuto.

¿Y el motivo del trágico accidente? Un caso de “desorientación espacial”. Las voces de experiencia apuntan contra el piloto Dave Ibbotson: pagó los platos rotos por no estar entrenado o no tener capacitación adecuada para volar bajo condiciones meteorológicas de instrumentos (IMC).

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