Más allá de los discursos oficiales, los datos duros son preocupantes y constituyen una muestra más de cuantiosa pérdida del poder adquisitivo de la población en el último tiempo.

Según datos del Centro de Economía Política (CEPA), el Centro de Estudios Políticos para adultos mayores (Ceppema) y la  Asociación Latinoamericana de Gerontología Comunitaria (ALGEC), entre mayo del 2015 y febrero del 2019, los precios de los medicamentos subieron el 257%. Y las personas de la tercera edad son uno de los grupos de riesgo más perjudicados por la situación.

En el caso de los más consumidos por los jubilados –como los que se recetan para tratar la hipertensión, afecciones cardiovasculares o dolores crónicos para la artrosis (como por ejemplo el Atenolol, el Sintrom y el Etoricoxib)- los aumentos acumulan más del 540%.

La jubilación mínima, por supuesto, no corrió por los mismos carriles: a lo largo del mismo período, tuvo una recomposición del 172%.

Para colmo, nadie puede prometer que las subas no se seguirán dando en lo que queda del año: como muchos medicamentos están atados al precio del dólar porque se importan, cualquier devaluación impacta de lleno en lo que se los paga en el mostrador. Tan sólo en los primeros dos meses del año, los 50 principales remedios aumentaron un 3,7%.

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