A pesar de que la presencia del pueblo evangélico en el plano político y social es importante desde el propio nacimiento de la Argentina, las discusiones por el #AbortoLegal, la disputa por “las dos vidas” y la formación de un “núcleo celeste” en este último tiempo parecen haber catapultado al “mainstream” mediático tan sólo una de sus “caras”: tristemente, aunque no de manera fortuita, se trata de la más conservadora.

Desde ese entonces, un importante sector de pastores e iglesias – nucleadas a la vez en asociaciones más grandes como la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA) – aparecieron en los grandes medios como “la voz autorizada” de los bautistas y pentecostales de todo el país.

Y aunque constantemente proclaman su “independencia política” y hacen hincapié en que no están guiados por otro tipo de intereses ajenos a lo espiritual, la postura que adoptan ante sus fieles suele indicar justamente lo contrario: sus discursos y sus actos tienden a emparentarse con las circulaciones más reaccionarias de la sociedad argentina.

? Hace algunos días atrás, un funcionario del gobierno le reconoció a Clarín: “No van a hacer campaña desde el púlpito, pero nos dan la posibilidad de llegar a los fieles

Ante este escenario, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) salió al cruce de esta suerte de “monopolización” de la representación pública evangélica a través del documento “Los evangelios, los evangélicos y la agenda pública“: “Vemos con preocupación que en los últimos años los medios informativos han destacado, no siempre con acierto, la actuación de algunos personeros o entidades evangélicas que han expresado sus posiciones en materia relativas a género y aborto, seguridad y otros asuntos mayormente en términos absolutos y polémicos, obviando la realidad que no todos los evangélicos sostenemos las mismas opiniones en estos temas“.

No sólo advirtieron que “Jesús no expresó posiciones extremas en temas de moral sexual” sino que, tras alentar “el compromiso de los creyentes evangélicos en el ámbito público y en la política, según sea su vocación”, remarcaron la necesidad de que los rimbombantes discursos en torno a los valores se subordinen, en cambio, a las prácticas y las enseñanzas vinculadas a luchar por “la igualdad de todas las personas en su dignidad, la justicia social, especialmente en términos de alimentación y hábitat, salud, educación, los derechos humanos, personales y sociales y la solidaridad con y entre quienes padecen, así como el uso responsable y compartido de los bienes y recursos naturales“.

En esta misma línea es que puede leerse el comunicado pastoral del Centro Cristiano Nueva Vida: en “Despiertos” se prenden las alarmas ante pastores que “piden el voto del pueblo evangélico” incentivando el “fervor” para construir una suerte de “corporativismo religioso”.

¿Hasta cuándo se seguirá hablando en los principales canales de noticias y diarios del “voto evangélico” como si fuera un grupo cerrado y abroquelado de fanáticos conservadores que hacen simplemente lo que les dice “su” pastor?

¿Hasta cuándo se subestimará a los miles y miles de evangélicos que, a partir de la fe y del esfuerzo cotidiano, trabajan codo a codo en los barrios humildes y en las calles con los vecinos, las organizaciones sociales, los organismos de derechos humanos y los pueblos originarios, ensayando nuevas formas de horizontalidad y alejados de esas visiones arcaicas y reaccionarias que encuentran eco en los grandes medios?

? “Nunca dirigimos, inducimos ni sugerimos a quién votar. Cada persona, desde su comprensión del Evangelio, decide qué propuesta de sociedad es la que más se asemeja a las enseñanzas del Maestro y quiénes son las o los indicados para llevar a cabo dicha misión”

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