Si para muchos la conexión entre la destrucción del medio ambiente, las precarias condiciones de vida y la pandemia quedaron a la vista desde principios del año pasado, para otros es un dato menor: continúan incentivando y alentando el extractivismo y el avance de la frontera agrícola a pesar de las consecuencias que trae para miles de millones de personas.

El Amazonas, considerado por muchos como “el pulmón del mundo”, sigue sufriendo los embates de la deforestación: en abril del 2021 aumentó un 43% en comparación con el mismo mes del 2020.

El rol del presidente brasileño Jair Bolsonaro en el asunto, que dio marcha atrás con importante legislación medioambiental y alentó las practicas intensivas y destructivas, es claro: desde que llegó al gobierno se aceleró la pérdida de biodiversidad y de bosque tropical.

A pesar de que hace tan solo un mes atrás se comprometió a través de una carta con el presidente norteamericano Joe Biden a “ponerle fin a la deforestación ilegal”, poco se ha hecho en esa dirección: la situación llegó al límite de que varios supermercados y empresas de la Unión Europea (UE) amenazaron con dejar de comprarle productos a Brasil si sus legisladores convierten en ley un nuevo proyecto que terminaría por impulsar aún más estas prácticas.

🌳 Tan sólo en los primeros cuatro meses del año, se deforestaron 1.740 kilómetros cuadrados en el Amazonas

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