La hostilidad húngara para con los refugiados sumó un nuevo capítulo en las últimas horas: reprimieron con gas lacrimógeno a un grupo de migrantes que ingresaba desde Serbia.

Hungria II

Según consignaron medios internacionales, cientos de refugiados sirios llegaron a última hora del martes a pie tras cruzar la frontera desde Serbia – donde el gobierno húngaro se apresta a construir un muro de cuatro metros de alto luego de su militarización – y se pusieron en marcha hacia Budapest, la capital del país.

En medio del camino, la policía los interceptó y les exigió que se suban a unos autobuses para ser trasladados al campo de refugiados de Röszke. Aunque una parte de ellos – en general niños y mujeres – accedieron, muchos otros se resistieron al grito de “No camp” y “Budapest, Budapest”.

Inmediatamente, las fuerzas policiales húngaras comenzaron a forcejear con los migrantes, golpearlos y arrojarles gases lacrimógenos.

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“La situación de Röszke tiene que resolverla el Estado, junto con las organizaciones internacionales. El gobierno húngaro debe respetar los derechos humanos en relación a la crisis de refugiados”, advirtieron, a través de un comunicado, 22 organizaciones de la sociedad civil de ese país.

En medio de un agudo incremento de la xenofobia, el gobierno de Hungría reveló que, sólo en las últimas 24 horas, un “total de 2.529 inmigrantes y refugiados, entre ellos 455 niños, entraron en Hungría desde Serbia, contingente compuesto, en su mayoría, de sirios, afganos, iraquíes y paquistaníes”.

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