Lejos de lo que se esperaba en la previa, la fecha de los clásicos fue tan aburrida como decepcionante: poco fútbol y “mucho huevo”.

Futbol

El 0 a 0 entre Gimnasia y Estudiantes de La Plata pudo haber sido el primer indicador de lo que estaba por pasar en la última jornada disputada en el fútbol argentino. Sin embargo, nadie iba a suponer que el mismo resultado se repetiría en el choque entre Newell’s Old Boys y Rosario Central: el “Canalla” se jugaba la posibilidad de acercarse a los de la punta y la “Lepra” necesitaba los tres puntos para salir del pozo.

Tampoco se preveía un 0 a 0 a los doce minutos de juego cuando Pablo Pérez arremetió contra Balanta y vio la roja: ni con un hombre de más se animó el River del “Muñeco” Gallardo a apretar el acelerador para ir en busca de los tres puntos. Ni hablar de lo hecho por Boca en el resto del partido: la superioridad numérica del rival justificaba quedarse conforme con el empate; el hombre de menos le daba argumentos a los hinchas “xeneizes” para saldar de antemano la discusión de café del lunes.

El empate sin goles entre Racing e Independiente terminó por cerrar con un moño la fecha: aunque hubo algunas emociones y pasajes de buen fútbol, las decisiones tomadas por ambos técnicos en la previa del encuentro ya dejaba vislumbrar ciertas intenciones. Por un lado, Facundo Sava decidió preservar a parte del equipo titular ante el inminente choque contra Atlético Mineiro por los octavos de final de la Copa Libertadores. Por el otro, Pellegrino optó por jugar con un solo delantero pese a que se le imponía la necesidad de conseguir los tres puntos.

El devenir del partido confirmó las tendencias: el técnico del “Rojo”, luego de un buen primer tiempo, fue lentamente retrasando a su equipo con el crecimiento del rival. En esas condiciones, habrá considerado que el punto ya no era malo y nunca terminó por “quemar las naves”. El “Colorado”, mientras tanto, decidió meter en cancha a Oscar Romero ante el pedido de los hinchas: suelto por el ataque “académico”, el paraguayo hizo de las suyas y demostró lo lindo que puede ser un partido cuando alguien se decide a inventar y a jugar al fútbol.

El miedo a perder, a la burla del otro, puede más que la necesidad de ganar: eso se vio con claridad en esta doble jornada de clásicos. Solo aquellos equipos como Lanús, San Lorenzo y Huracán – que, para bien o para mal, tienen una cierta idea de juego marcada – intentaron sobreponerse al aburrimiento y lograr un buen espectáculo. Racing, cuando se liberó de las ataduras, también.

No es casual que durante toda la semana se haya hecho tanto hincapié en que había que ganar, sea cual sea el presente del equipo de turno: hubo por doquier aprietes a planteles y amenazas de hinchas a jugadores, se impusieron los gritos al calor del “hay que poner más huevo” y “hay que dejar la vida”. Las consecuencias y efectos de esto pueden ser muchas pero, al menos dentro del campo de juego, las presiones quedaron plasmadas en los resultados: no ganó nadie pero ganaron todos.

Comentarios

comentarios