El Reino Unido votó salir de la Unión Europea (UE) en el histórico referéndum del 23 de junio. La participación fue del 72%.

Brexit

El euro y la libra comenzaron a caer, los mercados reaccionaron negativamente y se desplomaron cuando los resultados oficiales arrojaron tendencias a favor del “Brexit”.

Por más de un millón de votos, la opción de salir de la Unión Europea (UE) se impuso por la de quedarse: fueron 17.410 contra 16.141.241 y la participación fue de del 72%.

Los bancos son los principales afectados por el desplome general: “La victoria del Brexit es una de las mayores conmociones de los mercados de todos los tiempos”, afirmaron distintos economistas consultados por la prensa británica.

El polémico líder del UKIP, Nigel Farage, había vaticinado en el arranque de la noche que iba a ganar la “permanencia” en la zona euro; sin embargo, con el correr de las horas se dio cuenta de que las urnas habían dicho lo contrario.

“Este es el triunfo de la gente decente que enfrentó a las corporaciones y a los banqueros para respaldar la salida del país del euro. Esto es independencia. El pueblo británico consiguió desprenderse de la Unión Europea sin disparar ni una sola bala”, aseveró.

Pero no todo es alegría dentro del Reino Unido: son varios los que afirman que, tras la separación, podría comenzar a desmembrarse empezando por Escocia. “Creo que estamos en un territorio desconocido y las negociaciones van a ser difíciles”, señaló Alastair Campbell, ex asesor del Primer Ministro Tony Blair.

La jefa del gobierno regional escocés, Nicola Sturgeon, ha repetido en numerosas ocasiones que la salida de la Unión Europea les llevaría a reclamar otro referéndum de independencia.

El “Brexit” terminó siendo una expresión más de la polarización que atraviesa al Reino Unido y gran parte de Europa: un primer vistazo a los resultados electorales muestran que los distritos populares son los que se volcaron mayormente por el “leave” pero el espectro de adhesiones atravesó tanto a la izquierda como a los más conservadores.

Las razones son varias: los temores ante la globalización, el libre comercio, la falta de trabajo y los miedos a la inmigración han jugado un papel importante en los últimos meses de campaña. Asimismo, la necesidad de aunar fuerzas en torno a una “identidad británica” y la creciente xenofobia despertada con la crisis de refugiados y los ataques del Estado Islámico (ISIS) no pueden subestimarse a la hora de leer a contraluz las urnas; como tampoco el apoyo de la “city londinense” y el Fondo Monetario Internacional (FMI) a quedarse dentro de la zona euro.

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