Canadian Prime Minister Justin Trudeau looks on as athlete Rosie MacLennan waves the Maple Leaf after being named as the flag bearer for the upcoming Summer Olympics Thursday July 21, 2016 in Ottawa. THE CANADIAN PRESS/Adrian Wyld

Con una agenda apretada luego de su paso por Cuba y en la previa de su visita a Perú, el primer ministro canadiense Justin Trudeau estuvo en la Argentina.

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Durante el día y medio que estará en el país, el político canadiense tendrá una agenda apretada. Pasado el mediodía participó de la tradicional ofrenda floral al Libertador, en la Plaza San Martín, junto a la canciller Susana Malcorra y los embajadores Robert Fry y Marcelo Suárez Salvia:

Desde las 16, y junto a representantes de ambos gobiernos, el primer ministro canadiense mantuvo una reunión bilateral con el presidente argentino Mauricio Macri en la Casa Rosada donde revisitaron una agenda en conjunto de cooperación:

Más allá de su look y pose descontracturada, de los intentos de desmarcarse del panorama internacional y, específicamente, de la reciente victoria y retórica de Donald Trump en los Estados Unidos; Justin Trudeau tiene algunas cuentas pendientes en torno a la política exterior canadiense, especialmente en lo que se refiere a la actuación de las empresas mineras de dicho país en América Latina.

En la última década, entre 50% y 70% de la actividad minera que se desarrolló en el continente ha estado a cargo de compañías canadienses. Tan sólo a modo de ejemplo, en el 2012 operaban 67 empresas mineras canadienses en Argentina; 50 en Brasil; 55 en Chile; 39 en Colombia; 17 en Brasil; 201 en México y 89 en Perú.

Canadian Prime Minister Justin Trudeau looks on as athlete Rosie MacLennan waves the Maple Leaf after being named as the flag bearer for the upcoming Summer Olympics Thursday July 21, 2016 in Ottawa. THE CANADIAN PRESS/Adrian Wyld

Un informe del Grupo de Trabajo sobre Minería y Derechos Humanos en América Latina es claro al respecto: gracias a política exterior que impulsa dicho país, las empresas canadienses han tenido un rol preponderante en algunos países de América Latina aunque “dañan el medioambiente, fuerzan desplazamientos de personas, ignoran la voz de comunidades autóctonas, intentan influir en el diseño de leyes nacionales y apoyan la criminalización de la protesta social”.

“La situación en la que se encuentran las víctimas de violaciones de derechos humanos por el desarrollo de proyectos extractivos tiene generalmente como respuesta la impunidad y la falta de acceso a la justicia en todos los niveles”, advierten los periodistas e investigadores.

En la Argentina no hay que ir muy lejos en el tiempo para buscar “casos paradigmáticos”: desde hace más de un año, los vecinos de Jáchal y la Provincia de San Juan vienen denunciando a la Barrick Gold por contaminar las aguas de cinco ríos tras los derrames de millones de litros de solución cianurada.

“La mina debería cerrar por estar en zona de glaciares: la ‘Ley de Glaciares’ prohíbe la minería en este tipo de zonas. Cuando se difunda el inventario  de glaciares de San Juan se comprobará que Veladero no puede funcionar ahí”, argumentaron en reiteradas oportunidades sin encontrar eco ni respuesta en las autoridades provinciales ni nacionales.

Más allá de todo esto, Justin Trudeau ha tenido una actitud ambivalente respecto a la megaminería: antes de ser presidente apoyó un proyecto de ley que buscaba imponer sanciones a compañías extractivas envueltas en actividades ilegales fuera del país. Sin embargo, desde que asumió, la misma ha sido cajoneada y poco se ha tratado el tema. ¿Volverá a ponerse en cuestión las consecuencias de la política exterior canadiense?

Fuentes: New York Times y Grupo de Trabajo Sobre Minería y DDHH

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