El “protocolo anti-piquetes” estuvo mucho tiempo “cajoneado” por el gobierno a la espera de un contexto favorable en la opinión pública para comenzar a aplicarlo.

Los reiterados cortes que padecieron los habitantes de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires durante un marzo “caliente” repleto de marchas, cortes y movilizaciones, sumado a la poca simpatía que despiertan en los medios masivos y un cierto cansancio de la población respecto de ese método de protesta hicieron su trabajo.

El estreno llegó recién en abril. Las protestas protagonizadas por los partidos de izquierda y organizaciones sociales durante el paro de la CGT del #6A terminaron por decidir a las autoridades que ese era el camino: no permitir más cortes de calle, al menos los que no sean numerosos.

Los rumores que indican el interés por parte del Ministerio de Seguridad de hacerse de tecnología de punta para enfrentar manifestaciones sociales va en este sentido.

“El gobierno evalúa comprar nueva tecnología para disuadir piquetes: grúas para remover autos, armas disuasivas no letales que emiten un sonido fuerte que te rompe la cabeza y un dispositivo que tira chorros de espuma, se solidifican en el acto e inmovilizan a los manifestantes”, aseguró el periodista Jonathan Viale en “Intratables”.

Al mismo tiempo, en otra señal televisiva, Patricia Bullrich ratificaba el rumbo gubernamental: “Si alguien quiere manifestar no necesita cortar la calle ni taparse la cara, lo puede hacer de otra manera, nosotros vamos a construir esta cultura de la ley como una cuestión de fondo. (…) No vamos a permitir que nos bloqueen el gobierno”.

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