A la salida del “Acuerdo de París”, Donald Trump le sumó esta semana el rechazo a la apertura económica que firmó Barack Obama con Raúl Castro respecto de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba.

Desde el icónico vecindario de “La Pequeña Habana” en Miami, el magnate presentó la nueva postura de su gobierno con la isla: de ahora en más habrá restricciones para hacer negocios con las empresas controladas por los militares cubanos y la imposición de mayores controles a los turistas estadounidenses que quieran ir de viaje.

“Lograremos una Cuba libre”, aseveró Trump en medio de aplausos. En esta línea, remarcó que “su nueva política” seguirá procurando la “apertura hacia el pueblo cubano” pero bajo una estrategia de “restringir los negocios” con el gobierno.

“Ahora que soy presidente denunciaré los crímenes del régimen de Castro durante cerca de seis décadas. Sabemos lo que pasa y recordamos lo que pasó”, remató. “El régimen ha enviado armas a Corea del Norte e incentivó el caos en Venezuela”.

Por último, dijo que está dispuesto a negociar “un acuerdo mejor” con la isla, pero solo si hay avances “concretos” hacia la celebración de “elecciones libres” y la liberación de “prisioneros políticos”. “Cuando los cubanos den pasos concretos, estaremos listos”.

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