En diálogo con LATE 93.1, Juan Manuel Herbella intentó simplificar lo que implica el consumo de diuréticos a nivel profesional: “Cuando un jugador da doping por una droga social se arma todo un circo. Ahora pasan cosas distintas. El jugador no compra un diurético en una farmacia. Debería ser más alarmante este tipo de casos. ¿Cómo llega el diurético a un jugador? Una droga social es fácil conseguirla pero un diurético no tanto. El consumo de diuréticos es un consumo muy grave. Consumirlo implica tratar de ocultar otra cosa”.

“El diurético, de por sí, no ejerce un estímulo directo en la prestación físico deportiva pero está prohibido por dos motivos”, recalca también el ex futbolista y médico, en su columna de hace meses “Figal, Erviti y un silencio atronador”.

  1. “Por un lado, puede ser una ventaja competitiva en los deportes por categorías de peso (no es el caso del fútbol): porque aumenta la eliminación de líquido, lo que permite un descenso más marcado al momento del pesaje y alcanzar el límite permitido (al discontinuar el medicamento, el peso anterior se recupera rápidamente con la ingesta de líquido)”.
  2. “La otra causa que justifica su prohibición es general y atañe a todos los deportes. Uno de las funciones “non sanctas” del diurético es facilitar la eliminación de otras sustancias que podrían brindar una mejor prestación atlética, una especie de “depuración del torrente sanguíneo y la orina”.

La conclusión a la que llega Herbella es simple y pone, a la vez, un manto de sospecha en torno a lo que él llama un “reverdecer de los diuréticos”: “Considerar inocentemente su consumo, es engañarse. Los deportistas no deberían necesitar ‘ayudas’ para ir al baño”.

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