Rafael Nahuel, de 22 años, tenía su casa a metros de su hermano y sus padres en el Alto de Bariloche. El no era militante mapuche pero una rama de su familia paterna sí: ese anclaje le valió un tiro y, al mismo tiempo, la desidia de los medios de comunicación masivos.

A mediados de noviembre del 2017 se había ido a acompañar a su tía y a su prima, en la comunidad mapuche del Lago Mascardi, luego del desalojo que habían sufrido: allí encontró la muerte.

La bala que terminó con su vida le entró por el glúteo: el proyectil alojado en el tórax del joven corresponde a una 9 milímetros, compatible con las utilizadas por el “Grupo Albatros” de Prefectura, que se encontraban haciendo un operativo en la zona. Hasta el momento, su familia no fue recibida por ningún alto funcionario del gobierno de Mauricio Macri.

En su último cumpleaños, el propio Osvaldo Bayer se tomó un tiempo para pedir por el joven mapuche: “¡Justicia por Rafael Nahuel! A tres meses del asesinato de un inocente en manos de la Prefectura, hago el pedido de justicia y repudio al olvido”.

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