Los datos fueron brindados por la Organización Mundial de la Salud (OMS): la contaminación del aire causa en nuestro país 9756 muertes por año.

buenos-aires

Respiramos porquería y nos morimos sin darnos cuenta: la Ciudad de Buenos Aires cada vez está más contaminada y los efectos sobre los cuerpos de sus pobladores, aunque parezcan “silenciosos”, son palpables.

El centro urbano más rico de la Argentina tiene un aire que está un 40% encima de los niveles considerados como “seguro” por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El impacto de las partículas MP10 y MP2,5 es sabido: estas dos partículas “contienen sulfato, nitratos y carbono negro” y son las más peligrosas para la salud pública, “incrementando el peligro de accidentes cerebro-vasculares, cardiopatías, cáncer de pulmón y enfermedades respiratorias, como asma”.

Una investigación llevada a cabo en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en los últimos años mostró que “las condiciones más favorables para la dispersión (o barrido) de contaminantes se producen en las estaciones cálidas”. Asimismo, señalaron que las principales fuentes que descargan contaminantes a la atmósfera son “el intenso tránsito automotor, las industrias lindantes con el conurbano (ubicadas mayormente en la zona sur) y las tres centrales termoeléctricas ubicadas sobre la costa del río”.

¿Qué pasa con otras ciudades latinoamericanas? En Montevideo el nivel de contaminación está un 20% por debajo del nivel seguro considerado por la OMS mientras que en San Pablo está un 90% por encima del nivel seguro. El tamaño de la ciudad no impide que tenga “aire limpio”: Nueva York, por ejemplo, está un 10% por abajo de lo que se considera un nivel “seguro”.

Hace algunos meses atrás, investigadores franceses alertaron en torno a la contaminación atomsférica. Según sus informes, se convirtió en la tercera causa de muerte después del tabaco y el alcohol: “las micropartículas penetran en el aparato respiratorio y de ahí van a la corriente sanguínea; producen problemas respiratorios, pero también favorecen enfermedades cardiovasculares y el desarrollo de cáncer, sobre todo de pulmón”.

Comentarios

comentarios