La crisis migratoria que resquebraja desde hace años a la Unión Europea (UE) tiene múltiples aristas: ahora el gobierno de Angela Merkel debe expulsar refugiados.

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La polémica se desató primero en los partidos progresistas y de izquierda alemanes cuando se conoció que las autoridades alemanas enviarán a más de 12.000 afganos de vuelta a su país.

Según el Osnabrücker Neue Zeitung, todos esos migrantes “fallaron” a la hora de conseguir asilo en el país bávaro por lo que pueden ser deportados.

En esta línea, y amparándose en los aproximadamente 247.000 afganos viviendo en Alemania, el gobierno de Angela Merkel argumentó que “la situación no ha empeorado” en Afganistán por lo cual sus vidas “no corren riesgo”. “El peligro de los civiles afganos no ha cambiado en comparación al año anterior”, afirmaron.

Ulla Jepke, miembro del partido Die Linke, criticó duramente la decisión: “El intento del gobierno de quitarle importancia a la situación que se vive en Afganistán es despreciable”.

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