A través de un comunicado, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) cuestionó con dureza el accionar de las fuerzas de seguridad.

“Una vez más agentes de fuerzas de seguridad ingresaron disparando a un barrio popular con resultados letales porque la intervención policial priorizó la resolución de un robo automotor por sobre la integridad física de las personas. Las persecuciones policiales de autos robados son situaciones en las que los efectivos policiales parecen autorizados a disparar a mansalva, produciendo muertes y heridas graves tanto a personas presuntamente involucradas en hechos delictivos como a terceros que nada tienen que ver”, aseguraron desde el organismo.

“Así ocurrió en casos resonantes, como la masacre de Pompeya en 2005 cuando Fernando Carrera fue acribillado por efectivos de la Policía Federal, quedó inconsciente y su automóvil descontrolado atropelló y mató a tres personas. Pero también en casos recientes, como el Lucas Quintana, de 16 años, quien en noviembre de 2016 fue muerto de un balazo en la cabeza disparado por la Policía Bonaerense en El Palomar cuando Lucas y otros jóvenes huían en un auto robado, o el de Jonathan Echimborde, de 28 años, quien en diciembre de 2016 estaba en la puerta de su casa en el barrio de Mataderos cuando fue muerto por una de las once balas disparadas por un integrante de la Policía de la Ciudad que perseguía a otro vehículo”, recordaron desde el CELS.

“Anoche, ante la gravedad de los hechos, un grupo de vecinos se acercó al lugar y fue reprimido con balas de goma por agentes de la Policía de la Ciudad. Las imágenes son claras, los agentes dispararon al cuerpo de los manifestantes y produjeron graves lesiones. Esta actuación policial conjunta muestra los peores rasgos de las políticas de seguridad actuales: un operativo que culmina con personas muertas a raíz de un uso irracional de la fuerza y, también, con heridos por la represión de una protesta”, advirtieron.

“Lo ocurrido debe ser investigado de manera integral. Al mismo tiempo, es indispensable y cada vez más urgente que las autoridades avancen en establecer protocolos de uso de la fuerza policial. Una policía eficiente es la que puede cumplir con los objetivos de brindar seguridad haciendo un uso mínimo de la fuerza. Este es uno de los principios centrales del funcionamiento de cualquier fuerza de seguridad democrática”, concluyó el comunicado.

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