Las palabras tienen un carácter y poder ambivalente: por un lado, pueden ocultar y desfigurar acontecimientos y, por el otro, materializar en la realidad objetiva cosas que se creían o suponían.

Esto último sucedió el jueves por la tarde cuando Enrique Balbi, vocero de la Armada Argentina, anunció que se terminaba la fase de rescate del submarino ARA San Juan: las esperanzas de que los tripulantes estén con vida se extinguieron definitivamente.

La primera consecuencia de ello fue, además del dolor descarnado de los familiares, el regreso de algunas naves enviadas al medio del mar para intentar dar con la tecla en la búsqueda.

El puerto de Comodoro Rivadavia amaneció con el buque noruego “Sophie Siem” amarrado: había zarpado trasladando el minisubmarino de rescate de la Marina de los Estados Unidos con el que preveían sacar con vida a los tripulantes del siniestrado submarino.

Comentarios

comentarios