Es una tragedia para el patrimonio histórico de la humanidad: un incendio de grandes proporciones destruyó este último domingo el Museo Nacional de Brasil, situado en Río de Janeiro.

El mismo contenía unas 20 millones de valiosas piezas del acervo nacional del gigante sudamericano, que datan de la época imperial brasileña, como momias, fósiles, animales disecados y utensilios indígenas: se quemó, al menos, el 90% de ellas.

Según los expertos, entre las mayores pérdidas se destaca “el esqueleto de Luzia, los restos humanos más antiguos descubiertos en Sudamérica (datan de hace unos 12.000 años), un conjunto de momias egipcias comprado por el emperador Pedro I, una de las mayores colección de fósiles de dinosaurios de América Latina y una colección de arte grecorromano traída a Brasil por la emperatriz Teresa Cristina”.

Que las personas se indignen por lo que sucedió acá. Parte de esta tragedia pudo evitarse. No sirve solo llorar. Ahora tenemos que actuar”, disparó Alexander Keller, su director.

En medio de protestas por el abandono al que el gobierno había condenado la institución, las autoridades anunciaron el inicio del proceso de reconstrucción del museo.

Michel Temer, actual presidente de Brasil, confirmó que la Federación Nacional de Bancos (Febraban) y los bancos privados Itaú, Brasdesco y Santander, sumado al Banco do Brasil, la Caixa Económica Federal, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y la petrolera Petrobras, se comprometieron a colaborar económicamente en el proyecto.

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