En 2009, cuando era Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri impulsó la compra de armas Taser para que las utilicen la ya inexistente Policía Metropolitana: distintos recursos de ampara y resoluciones judicial hicieron que no pueda seguir adelante con la idea.

En 2016, la Corte Suprema de Justicia falló a favor de su implementación pero Horacio Rodríguez Larreta decidió poner paños fríos y “congeló” el tema. Ahora, de la mano del Ministerio de Seguridad de la Nación que conduce Patricia Bullrich, el presidente va en busca de su viejo anhelo.

Sin embargo, las críticas de los organismos de derechos humanos nacionales e internacionales se mantienen: están en contra de su implementación.

En reiteradas oportunidades, el Comité de la Naciones Unidas contra la Tortura dictaminó que el uso de armas Taser puede considerarse “una forma de tortura” ya que su aplicación causa un intenso dolor pero no deja huellas ni marcas: se convierte, entonces, en un vehículo eficiente para disimular que la víctima ha sido torturada por personal de seguridad.

Amnistía Internacional, por su parte, tiene registradas casi un millar de personas que murieron después de haber recibido una descarga de dichas pistolas.

“Las armas tipo Taser son susceptibles de ser utilizadas para cometer abusos: son portátiles, fáciles de usar y tienen la capacidad de infligir dolor severo pulsando un botón sin dejar señales importantes. Están diseñadas para generar ‘docilidad frente al dolor’ y suelen emplearse contra personas que ya están bajo custodia o control de la policía, a menudo tras haber experimentado múltiples descargas”, advirtieron a través de las redes sociales.

Es evidente que las armas tipo Taser son menos letales o dañinas que las armas de fuego; sin embargo en la práctica rara vez se usan como alternativa. A menudo son utilizadas en circunstancias en las que no hay riesgo de muerte ni de lesiones. El Comité contra la Tortura de la ONU ha sugerido abolir su uso y ha alertado respecto a la necesidad de garantizar que las armas de descarga eléctrica se utilicen exclusivamente en situaciones extremas y limitadas. Las situaciones extremas implican una amenaza real e inminente para la vida o un riesgo de lesiones graves. Así, las Taser debe utilizarse solo como sustituto de las armas letales y únicamente por personal de las fuerzas del orden capacitado”, remataron.

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